Diario de viaje (al interior). Submundo.


El Dr. Skanner caerá por su propio peso. Si es que no lo hago yo primero.
No se que medicamentos me están dando; pero creo que tengo unos kilitos de mas. Y digo “creo” por que son pocas las horas que permanezco en estado de vigilia; todo es confuso y perdí por completo la ubicación de tiempo y espacio. Desconozco cuanto hace que estoy aquí. Casi no me puedo mover y supongo estoy mas cerca de ser modelo de Botero que la ciber revolucionaria que supe ser.
Una noche, el Laucha me llevo a un sótano que estaba en desuso para el personal del nosocomio. No es un lugar de fácil acceso y seguramente es el secreto mejor guardado entre los cumpas allí internados.
El Laucha insiste con eso de que soy “El Che travesti”; y hasta llegar al lugar, tuve que aguantar todo tipo de comentarios infortunados del tipo “que bien te quedaron las tetas”, con un apretoncito incluido y piña final que pondría al Laucha en su lugar.
Baje las escaleras y un agradable submundo se presento ante mi. Luces, música, pintores y poetas compartían una fiesta insospechada para un manicomio, afín con la más alta aristocracia. Lo mejor no era la fiesta; sino lo que estaba por suceder. El dueño del palacete oculto y subterráneo era “León”; un hombre muy mayor, de cabello blanco y barba larga. Hacia años que había sido dado de alta; y por alguna razón decidió quedarse; en su propio mundo subterráneo. Fue tan fuerte su presencia que no pude emitir palabra (quiero pensar que fue por deslumbramiento y no por las pastas), pero no olvidare nunca sus palabras “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces él se vuelve tu compañero”. Este hombre será quien me lleve hacia la libertad.
A pesar de todo:
HASTA EL TRIUNFO ETERNAMENTE!
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