Diario de viaje. Día 35
No pregunten como, pero llegue a la Isla de Pascua. En su interior se guarda uno de los misterios más asombrosos del mundo; el de las estatuas “Ramoais”.
Fueron muchos días de viaje, frío y hambruna y al llegar; alce mi bandera ciber revolucionaria y sentí que la suerte estaba a mi favor. Bellas mujeres se acercaban bailando el ramohulen (danza ancestral de bienvenida), mientras que los hombres ofrecían exquisitos manjares. Todo era confuso; pues como imaginarán, en esta isla no conocen internet, ni tienen electricidad; desconocen cualquier tipo de medio de comunicación, por lo que era imposible que me conocieran; en consecuencia, tal agasajo me resultaba inexplicable. Como cualquier visitante, no quise ser descortés y me uní a la celebración.
Bien entrada la madrugada el misterio terminó; estaba frente a cientos de antiquísimas estatuas de notable parecido con mi rostro. Probablemente su función era ritual y representaban antepasados importantes ¿Con quien me confundirán? Causalidad, casualidad o antepasado ramoais; aproveche para traer mi mensaje ramonero y avanzar un paso más en mi operación hormiga.
Tengo en mente seguir con mi sacrificada revolución parlante y quedarme unos días en este paradisiaco lugar. Al fin y al cabo; como ya les he dicho antes “El fin justifica los medios”.
HASTA EL TRIUNFO ETERNAMENTE!
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